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enfermedades-psicologicas:violencia_de_genero

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admin
enfermedades-psicologicas:violencia_de_genero [2022/11/16 21:50] (actual)
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 En lo que va de año [[https://elpais.com/tag/victimas_violencia_genero/a|28 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas]]; 1.004 desde que existen cifras oficiales contando con el asesinato de este lunes de Monika Asenova. Hay dos casos en investigación, el de Romina Celeste, asesinada en Lanzarote a principios de año, y el de Lisbete, de 29 años, asesinada en Ayamonte (Huelva). El teléfono de atención a las víctimas es el 016, atiende las 24 horas del día y no deja rastro en la factura, aunque hay que borrarlo del registro de llamadas. En lo que va de año [[https://elpais.com/tag/victimas_violencia_genero/a|28 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas]]; 1.004 desde que existen cifras oficiales contando con el asesinato de este lunes de Monika Asenova. Hay dos casos en investigación, el de Romina Celeste, asesinada en Lanzarote a principios de año, y el de Lisbete, de 29 años, asesinada en Ayamonte (Huelva). El teléfono de atención a las víctimas es el 016, atiende las 24 horas del día y no deja rastro en la factura, aunque hay que borrarlo del registro de llamadas.
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 +Tres meses con una víctima de violencia de género protegida por la Guardia Civil.
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 +Lleva en las manos un spray de pimienta y un móvil con 'botón del pánico'. Su vida es un increíble ritual de cautelas. Es una de las 58.092 víctimas con seguimiento policial de España. Convivimos con una para contar cómo vive una mujer que ha estado en riesgo extremo y que estudia defensa personal para protegerse de su agresor. La historia de Teresa.
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 +Teresa se mira en el espejo del pasillo y se ajusta la bufanda. Son las ocho de la mañana y ahí fuera hace mucho frío pero ella no va a salir con guantes. Necesita los dedos desnudos, los dedos sin intermediarios, los dedos libres. Porque en una mano va a llevar un móvil que tiene un botón del pánico y en la otra un spray de defensa personal. Y, a veces, una llave en punta entre los dedos por si él…
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 +-Sé cuántas farolas hay en mi calle: 12. Y cuántos pasos separan cada una: 28.
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 +-¿Farolas? ¿Por qué?
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 +-Por si tengo que trepar a ellas si Satanás viene a por mí. Le llamó Satanás por el infierno que viví con él.
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 +Hace dos años que Teresa va por la calle con un móvil en una mano y un spray en la otra.
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 +Todos los días.
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 +Que mira a izquierda y derecha en cuanto abandona el portal.
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 +Cada vez.
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 +Que lleva el coche cerrado por dentro.
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 +Sin excepción.
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 +Que avisa a la Guardia Civil si va a sitios no controlados.
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 +Invariablemente.
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 +Que camina las rotondas en sentido contrario a los coches.
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 +Siempre.
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 +Que no vuelve a casa sola si es de noche.
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 +Nunca.
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 +Hace dos años que Teresa vive con la llave de casa echada por dentro, deja las persianas bajadas cuando no está, ve pasar coches patrulla por su calle, conoce a los guardias civiles de su localidad o pasea a su perro en compañía.
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 +Teresa es eso y mucho más desde aquel día en que llegó al cuartel de la Guardia Civil con la cara hinchada y dos vacíos, uno el del silencio de su oído derecho reventado y otro asaltando de repente su vida. «No podía creer que la que estaba allí, destrozada, marcada, muerta, era yo».
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 +Acababa de ser golpeada por su novio en un paraje, no como las otras veces, cuando la aprisionaba contra la pared de casa, la ahogaba, la arrastraba del pelo o le ponía un cuchillo en la cara después de violarla en la cama común. Lo de todos los agresores machistas, los apuntes de Primero de Maltratador. El patrón del patrón.
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 +Pero aquel día, el del puñetazo, los insultos y el abandono en el campo, algo cambió. Teresa reptó por el suelo medio aturdida, anduvo un rato, paró un coche, fue atendida de sus heridas y denunció.
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 +Y ahí empezó su otra vida. Una orden de protección para ella y de alejamiento para él con una sentencia de 10 meses de cárcel y un nivel policial de «riesgo extremo». Teresa era una víctima oficial de violencia de género.
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 +Ésta es la historia de una superviviente de la violencia machista protegida por la Guardia Civil, una de las 58.092 mujeres con seguimiento policial que hay hoy en España.
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 +Es la historia de Teresa, que ha permitido a Papel compartir con ella tres meses de su vida actual, un manojo de precauciones, caídas y remontadas, un tiempo de miedos y sustos mezclado con amigos, guardias civiles en el WhatsApp y risas. Porque una víctima no es sólo el naufragio. Es también los restos. Y esos flotan.
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 +Teresa sale del salón y vuelve de la habitación con un librito con rayas horizontales en las hojas. Podría ser un diario, pero no lo es. Hay textos largos y cortos, manualidades escritas sin fecha. Nos enseña la última, de hace unos días. «Nunca digas 'no puedo'; levántate, suspira, sueña y sigue adelante. La vida es un regalo».
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 +Acabamos de volver de pasear al perro. Teresa lo ha llevado con la correa y ha guardado el spray en el abrigo. «Si voy acompañada no me hace falta en la mano». Hemos ido hablando de todo, pero ella ha detectado cada coche de la Guardia Civil o de la Policía Local por lejos que pasara. Algunos llevan una ficha de su maltratador. Y a varias patrullas ella las ha saludado con una mano o una ráfaga de ojos. «Mira, esos son mis 'Joses'». Los Joses, sus agentes.
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 +La conocimos a primeros de diciembre en un cuartel de la Guardia Civil, la institución que, tras meses de gestiones, nos ha puesto en contacto con Teresa para saber cómo vive una víctima en riesgo y cómo la protege un cuerpo policial.
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 +Estamos en una ciudad de la España interior, la que nunca sale en las noticias. Hoy tampoco. Sólo su Teresa. Es alta, elegante y exquisitamente cortés. Aquella niña Calambres es hoy una mujer con dos carreras, que escucha ópera con los ojos cerrados, lee diarios digitales con el desayuno y ama el arte. «Piedra antigua que hay, piedra que voy a visitar».
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 +El primer día que la vimos fue en el cuartel, junto al equipo de agentes que se ocupa de ella. De ella y de otras 240 mujeres. «Un día sin un caso es una alegría», nos dice una guardia civil. Teresa está cohibida, no nos conocemos. Quiere que se visualice la vida de tantas víctimas a través de la suya, pero los periodistas no tenemos buena fama. Aun así, su respeto es apabullante. «Por favor, lo que consideréis. Yo quiero servir de ayuda a las demás y me fío de vosotros».
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 +Entramos en un despacho lleno de expedientes. Está al final de un corredor y al pasar hemos dejado atrás la estancia donde se reciben las denuncias. Hemos visto, de espaldas, a una mujer…
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 +En el despacho, Teresa empieza a contarnos su pasado, una biografía del dolor. El enamoramiento inicial, las primeras grietas, las prohibiciones del patrón, el control del dinero, los golpes, los terrores. A veces llora y aprieta un pañuelo que va humedeciéndose con las horas. Salpica su relato con un agradecimiento en presente a la Guardia Civil. Será una constante en estos tres meses. «Son mis ángeles. Me salvaron la vida. Y me la siguen salvando».
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 +Teresa nos enseña un mensaje viejo de su agresor. «Te voy a matar, puta de mierda. Ni se te ocurra denunciar porque te mato».
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 +Se oyen ruidos en el cuartel, un jaleo de voces y el grito de una mujer. Teresa se sobresalta y nos mira a todos. Es el rostro del pavor. O algo menos espectacular pero más hondo. Es desamparo. Se tapa la cara y agacha la cabeza.
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 +-Tranquila Teresa. Voy a ver qué pasa.
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 +Un guardia sale del despacho. Le preguntamos si quiere parar. Pero su cortesía puede más que su miedo y nos pide disculpas.
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 +Retoma la narración de sus espantos. «Una vez vi tan cerca la muerte que sentí que Dios estaba allí conmigo. Hablé con Él: 'Que sea lo que tú quieras, pero rápido. Llévame ya'».
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 +=== Entraron conmigo a ver a Javier, mi cura. Le dije: "Si me mata, oficia tú mi funeral". Creo que los policías se emocionaron ===
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 +Dios. En los meses que vendrán sabremos de las citas de Teresa con Cristo. Nos mandará fotos de sus visitas a templos y unas pizcas de teología que la confortan. «Si no perdonas, no te reconstruyes. Yo le perdono, pero no olvido. El resto se lo dejo a Dios».
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 +Llegamos al día en que denunció, la mañana en que empezó esta vida. «Yo me quería quedar a dormir aquí en el cuartel, no me quería ir». Los agentes calificaron el caso de «riesgo extremo». Y ahora Teresa cuenta qué significa eso.
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 +«Los policías estuvieron 48 horas conmigo. Apenas salí el primer día. Sólo me acerqué a la parroquia. Entraron conmigo a ver a Javier, mi cura. Le dije: 'Si me mata, oficia tú mi funeral'. Creo que los policías se emocionaron».
  
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enfermedades-psicologicas/violencia_de_genero.1575769466.txt.gz · Última modificación: 2022/11/16 21:50 (editor externo)